Crónica de un estreno.

Antes de empezar, en la puerta del cine, los nervios, la ilusión, el terror genuino que provoca pensar que quizá no guste, aunque al final son todos amigos y conocidos, no serán tan crueles. Además llevo un montón de tiempo trabajando en la película, como mínimo me darán la enhorabuena…

Después entramos y nos sentamos, pero tenemos que levantarnos para salir a la palestra, a presentar la peli: terror absoluto.

Se suele decir que sólo los culpables están tranquilos antes del juicio, y sólo quien no estudia afronta el examen con calma. Pues no estoy tranquilo ni calmado.

Mil ideas se me pasan por la cabeza, qué me gustaría que el espectador entendiera, qué querría que tuvieran en cuenta, qué pido que perdonen o pasen por alto y sobre todo, porqué es importante contar esta historia.

Pero a la hora de la verdad, sólo soy capaz que seguir el hilo, amable y generoso, de la presentadora (una persona mucho más relevante que yo mismo) que sólo tiene buenas palabras para la película.

Apenas un par de minutos se hacen eternos. Para quienes habitamos la sombra que produce la luz de los focos, un tiempo a la luz pueden parecer milenios, pero pasan y comienza la película, y nosotros sentados…

Y de repente, aunque te sabes cada plano y cada gesto de memoria, ves la película por primera vez, te emocionas y te ríes con momentos que has visto miles de veces.

Y ese momento en que sientes que el resto de la sala se estremece, oyes que alguien hace un sincero comentario de simpatía por tus personajes, o todos se ríen…y me emociono. Y ya ni siquiera que haya problemas con la proyección; o con los subtítulos, incluso que vea con desolación que he cometido un error grave al exportar, puede apagar la alegría y la satisfacción que me invade.

Acaba la película y hay que salir, otra vez, ¡Y ahora estoy incluso más nervioso! Agarro la botella de agua de cortesía y comienzo a llenar el vaso, y a beber, como si saliera del desierto, en parte es cierto. Más buenas palabras y ninguna pregunta incómoda, no hay razón para estar asustado.

Sólo quiero salir de ahí y dar las gracias a todos los que han venido a verla, y a los que hubieran querido. Y con una energía que había perdido, arreglar todo lo que ahora ya no me gusta en la película.

Estas montañas rusas emocionales suelen acabar en borrachera, habrá que contenerse que es lunes. Eso sí, un brindis por Martín no va a faltar.

No me odien.

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